22 de febrero de 2011

Las cosas pueden cambiar si uno se lo propone

Manifestantes en la plaza Tahrir
de El Cairo. Foto: Wikimedia Commons
El mundo árabe sometido a monarquías tiránicas o dictadores eternamente afincados en el poder reacciona. Los ciudadanos han tomado las calles de Egipto, Túnez, Libia, Argelia... En las últimas semanas, hemos asistido a masivos movimientos populares en favor de la instauración de regímenes democráticos. No sé si es que la gente se ha hartado o es que han visto que sus dictadores (Gadafi, Mubarak, Ben Ali...) estaban ya de capa caída y era más fácil hacerles frente. El hecho de que los Ejércitos de estos países haya estado, en general, al margen de las revueltas y, en algunos casos, del lado de los manifestantes, ha sido un punto fundamental en el éxito de algunas de las protestas.

Lo que realmente me preocupa es que los ciudadanos, en el fondo, hayan sido guiados, quizás sin saberlo siquiera, por una mano oscura, la del islamismo radical, y que finalmente sean estos islamistas radicales los que manejen los hilos. Islamismo radical que, por cierto, ha estado bastante controlado en estos países. Tengo entendido que en Irán, en 1979, cuando se produjo la caída del Sha, el beneficiario real fue el nuevo radicalismo islámico que hoy conocemos. Evidentemente, sería un brutal retroceso y un grave peligro no sólo para esos países, sino también para el resto del mundo.

Admiro, no obstante, la valentía de los ciudadanos que, honradamente, quieren algo mejor para su país y para las generaciones venideras. Aquellos que han estado días y noches enteros en la plaza Tahrir de El Cairo hasta que se ha ido Mubarak, los que se han jugado la vida, y en algunos casos la han perdido, durante las revueltas... No sé si en España seríamos capaces de hacer algo así, con el ambiente de pasividad y el 'qué se le va a hacer' que nos ahoga. Deberíamos tomar nota de nuestros vecinos árabes: si uno quiere y se lo propone de verdad, el mundo puede cambiar.

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