Cuando la situación, creemos, está informativamente controlada y ahora, después de que hayas generado toda la adrenalina de la que tu organismo es capaz, comienzas a profundizar en los primeros titulares que has ido dando, algo pasa no muy lejos de Oslo, en una pequeñísima isla, Utoya, en la que hay acampados, como suelen hacer todos los años, decenas de chavales de las juventudes del Partido Laborista Noruego (AUF), que por cierto es quien está en el Gobierno. Otra vez la tensión, los nervios a flor de piel, la vista fija de nuevo en las teles, en el chorro de teletipos de las agencias... Aunque Teinteresa aún no está visible, trabajas como si sí, y tienes que ser el primero en contar lo que pasa y en dar algún 'Urgente'.
Y lo que pasa es espeluznante. Una cacería humana en la isla, una matanza cometida por el mismo individuo que ha hecho estallar, apenas dos horas antes, la bomba en Oslo. Anders Behring Breivik. Armado hasta los dientes. Vestido de policía. Que ha cogido una barca y ha cruzado a la isla, y que según ha puesto el pie en ella, ha comenzado a disparar, a la cabeza preferiblemente, a todo el que se interpusiera en su camino. Y a los que no, porque también los ha ido a buscar, escondidos tras los matojos del agua, ocultos tras unas rocas, dentro de los edificios comunes, en los que algunos han podido atrincherarse. 69 muertos y 66 heridos en 73 minutos. Lo estás escribiendo y no te lo crees. Las imágenes espantan. Llamas a un especialista en perfiles criminológicos, ese que sabes que siempre te va a echar una mano, y en cuestión de minutos, y te hace uno de Breivik. Sigues sin creer que pueda haber gente así, a pesar de que los años haciendo sucesos te deberían haber curtido. ¡Pero este, tan salvaje!
Cuando estás escribiendo, siempre ves la historia, y sobre todo esta, desde la distancia. Hay que hacerlo así; si no, es demasiado perturbador. Pero después... Esa noche te vas a casa pensando en qué horrible tiene que ser intentar huir a nado de una isla y que el odio y la maldad hecha persona esté en la orilla, oteando, a la caza de su próxima víctima, disparando a tus compañeros de fuga, matándolos en el agua.

Hoy hace cuatro años de cuando todo empezó. Y me acuerdo de las víctimas y de sus familias, y de estas nuevas Juventudes del Partido que este 2015, por primera vez después de la matanza, volverán a Utoya y retomarán su campamento de verano. También me acuerdo de esos comienzos de Teinteresa.es, de esa ilusión y ganas durante el tiempo que estuve allí, y de tantos y tantos buenos momentos vividos. ¡Gracias!