18 de febrero de 2011

El estremecedor caso de Mari Luz Cortés

La pequeña Mari Luz Cortés
Eran las cinco de la tarde de un domingo, 13 de enero de 2008. Mari Luz Cortés, una niña de 5 años, rubia, pelo rizado, gitana por los cuatro costados, convertida en la alegría de una casa del barrio de El Torrejón, en Huelva, desaparecía sin dejar rastro después de haber ido a comprar chucherías al quiosco de la esquina. La desaparición, inquietante en términos policiales desde el primer momento, convulsionó al país. Muy reciente estaba entonces el caso de la pequeña británica Madeleine McCann, desaparecida de un apartamento de vacaciones de El Algarve portugués, y el periplo de sus padres por medio mundo para dar con ella. Unos padres que, aunque liberados de culpa por parte de la justicia lusa a pesar de la ardua y exhaustiva investigación y de la multitud de pruebas contra ellos, levantaron sospechas bastante fundadas de ser los autores de la desaparición de su propia hija.

Pero Mari Luz era española y, además, hija de una familia humilde que se ganó rápidamente el respeto de todos gracias a un padre, Juan José, que dio muestras, y las sigue dando, de una altura moral y de un equilibrio y sensatez propio de muy pocos. De un padre, y una madre, y unos abuelos, y unos tíos que, además, dieron a España una nueva visión del mundo gitano, transmitiendo mesura, cordura y respeto por la Justicia, cosa que la Justicia no había hecho por ellos.

Porque el detenido por la muerte de Mari Luz, Santiago del Valle, es un individuo que, en el momento de cometer, presuntamente, los hechos, debería haber estado en prisión. Porque era un hombre peligroso, un pedófilo y pederasta que tenía pendiente el cumplimiento de una condena por delitos continuados de abusos sexuales, un padre al que se le murió una niña pequeña en circunstancias que, a día de hoy, no han sido aclaradas, un hombre obsesionado con las niñas y adolescentes que trató, según el relato de la Fiscalía, de abusar sexualmente de Mari Luz aquel 13 de enero engatusándola con un muñeco, cuando la pequeña regresaba a su casa del puesto de chucherías.

El barrio sabía que allí vivía alguien raro. La casas de Santiago del Valle y los Cortés distaban apenas cien metros la una de la otra. Del Valle conocía a Mari Luz de verla por el barrio, y el barrio conocía a Del Valle por lo extraño que era y porque había tenido 'algo' con la Justicia por temas de niñas. Por eso, la misma noche de la desaparición, fueron a su casa. Pero Santiago no sabía nada... Hasta que el cuerpo de Mari Luz fue hallado, 54 días después, en la ría de Huelva. Había sido brutalmente golpeada el mismo día de su desaparición y arrojada, aún con vida, a las marismas. Al parecer, Santiago la cogió y, al tratar la pequeña de resistirse, el procesado la golpeó brutalmente, por lo que la niña quedó inconsciente. Aún sabiendo que la niña aún podía estar viva, metió el cuerpo en un carro de la compra y, ayudado por su hermana Rosa, lo trasladó en el maletero de su coche hasta las marismas. Sacaron a Mari Luz del carro y la arrojaron al agua. La niña murió por asfixia.
Del Valle, su mujer y su hermana fueron detenidos poco después de la aparición del cadáver en un pueblo de Cuenca, donde se habían escondido tras cometer presuntamente el crimen y desde el que planearon una huida a Cuba. Ahora, durante el primer día de juicio que se celebra contra él en la Audiencia Provincial de Huelva, Santiago del Valle ha negado todo lo que en su día confesó a la Policía y ha dicho que no sabe qué le pasó a Mari Luz. Se enfrenta a penas de entre 23 y 32 años de prisión por delitos de asesinato y abuso sexual.

El padre de Mari Luz empezó entonces una lucha personal, que no va a abandonar según él mismo ha dicho, por instaurar en nuestro país la cadena perpetua para casos de crímenes cometidos por pederastas, como el de su hija. Prueba de ello fue la recogida de firmas que llevó a cabo en toda España y la sucesión de entrevistas con líderes políticos para tratar el asunto. De momento, no se ha hecho nada. El estamento político no quiere lesgislar en caliente.

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