19 de septiembre de 2019

En la parada del autobús

Vistas desde mi autobús


Esta mañana en la parada del autobús de camino al trabajo (media hora por delante para leer novelas -ahora estoy con "Dime quién soy", de Julia Navarro-, echar un ojo a los digitales, meditar o incluso dormir, y por eso siempre diré que bendito transporte público, y más si es desde tu pueblo, a 40 kilómetros de Madrid capital) pues me ha dado por pensar que qué alegría reencontrarme, aunque sólo sea visualmente, con la gente de siempre de la parada. Porque tras el parón veraniego, volver a la rutina es una cuestión de seguridades: los horarios, el trabajo, la gente... Y sí, me da alegría volver a ver a los de la parada, aquellos con los que coincido en horarios para bajar a Madrid. Y también me da seguridad.

Está el argentino, que ya es de mediana edad pero va vestido tipo adolescente, con sus sudaderas con capucha y todo eso. Baja por una cuesta que hay frente a la parada; esta mañana, a las 7, venía tomando algo de desayuno envuelto en papel albal. "Buenos días". Ah, sí, porque todos nos decimos buenos días, y eso me gusta mucho. Ya se establece una corriente de simpatía. El argentino hoy ha venido solo pero a veces lo hace con su chica, y otras, con un amigo que se debe encontrar por el camino. Muy agradable.

Luego está el del maletín. Es un señor con muy buena planta que llega de una cuesta a mano izquierda (por donde yo bajo también) y que siempre va fumando. Esto me da mucha envidia porque a pesar de llevar 10 años sin fumar, cada día lo sigo echando de menos. Él va siempre trajeado, con su maletín, pero una vez me pasó que salí antes y le vi sacando a su perro vestido 'de calle'. Y otra vez, y esto ya me dejó muerta, coincidimos saliendo de mi urbanización: ¡es vecino mío! Pues esto me da todavía más seguridad.

Hay otra chica que es altísima y muy estilosa. Tiene un vestuario bien surtidito y combina todo fenomenal. Va siempre a la última, como una modelo de Zara. Cuando me toca a su lado en la fila es una risa porque yo tendré otras cosas pero gracia para vestir... Es bastante seria pero como es de las de siempre, pues me gusta. Ella también fuma, aunque alguna vez me la he cruzado haciendo las dos running por la dehesa.

La cooperante me encanta. Es una chica muy simpática que se sube también en mi parada y aprovecha los trayectos del autobús para llamar a amigas y consolarlas en sus malos momentos, darles consejos, animarlas... Es súper positiva y jamás se queja ni critica, que es lo que hace gran parte de la gente que habla por teléfono en los autobuses, normalmemte a grito pelado. Esta chica es serena.

Cuando los autobuses vienen llenos y no paran, todos nos enfadamos y comentamos, negros, la fatalidad. "Es que no hay derecho, que pongan más autobuses, hombre, han pasado ya tres y no paran...". Todo es por culpa de los chavales del instituto, que los llenan a pesar de que se bajan dos paradas más adelante, pero ya no nos dejan subir a los que vamos a Madrid... A veces, hay vecinos de parada (ninguno de los habituales), que se enfadan tanto que pierden los papeles y se ponen delante del autobús al estilo plaza de Tiananmen para obligar al conductor a coger pasajeros. Por suerte, nunca pasa nada más allá del cabreo del cabreado.

Hay un señor mayor que se ha incorporado recientemente a la parada que es de los que se disgustan visiblemente a la mínima. Un día que estaba ya harto, y a mí me estaba poniendo muy nerviosa, paró de repente un coche que bajaba a Madrid, y que si se subía alguien con él para poder meterse por el Bus-Vao. ¡Gracias a Dios! ¡Se subió el gruñón tan contento!

Dentro del autobús también hay caras conocidas. Me gusta mucho sentarme al lado de un chico que siempre va leyendo en un ebook. Quizás fue él el que me inspiró para pedir uno por mi cumple hace ya un par de años o tres contraviniendo las costumbres familiares, que no contemplan un sólo regalo bueno sino que cada uno hace el suyo, normal. Porque él iba tan ligero con su kindle y yo, cargada con libros enormes y pesados, además del bolso, el taper, el cuaderno (defecto profesional), el mini neceser... Él me transmite sosiego. Me gusta mucho la gente que lee en el transporte público y me da por pensar en qué mundos andarán metidos. Este chico también va trajeado y siempre cuida mucho que la chaqueta no se le arrugue estando sentado.

Hay otro -con este ya no coincido tanto- que se repasa en su tablet toda la prensa económica. Otro, que mira la prensa generalista. Aunque lo normal es que la gente vaya mirando su Instagram o escuchando música que oímos todos porque de verdad qué mal hacen los auriculares ahora o qué sorda está la gente.

Hay una conductora que me chifla. Esta sí que es la alegría de la huerta. Qué gusto da encontrate con gente tan motivada en su trabajo. Hubo una noche que al volver a casa coincidió con los fuegos artificiales de las fiestas y se puso a 10 por hora para que pudiéramos verlos: "¡¡Vaya viaje que tenemos, hasta fuegos artificiales os he preparado!!", nos dijo. Vamos, es la leche, ¿sí o no?

Y luego, por encima de todos ellos, está José. JOSÉ con mayúsculas porque este sí que vale. Ahora está de baja por una operación y cómo le echamos todos de menos. José (o bueno, /Jose/, pronunciado así sin tilde que es como más nuestro) es el chico que está en el intercambiador organizando, con una eficacia que roza la perfección, a los autobuses y a los pasajeros. Vela por que salgan a su hora, con toda la gente bien sentada y acomodada, y por que los pasajeros no nos apelotonemos y mantengamos el orden de acceso al autobús. Y seguro que hace un montón de cosas más de las que uno no se da cuenta pero que todas ellas son imprescindibles para que todo funcione. Amable, simpático, respetuoso, correcto, trabajador... Un crack. ¡Vuelve pronto, porfa!

Todos estos son mis compañeros de todos los días, es como mi 'familia del autobús', aunque en el fondo no sé nada de ellos. Qué vidas tendrán, en qué trabajarán... ¿A qué hora se levantan? ¿Son de aquí de toda la vida? ¿Tienen hijos? ¿Anoche se disgustaron en casa? ¡O a lo mejor alguien les dio una gran alegría! ¿Será hoy su cumpleaños? ¿Se les han muerto ya sus padres? ¿En qué estarán pensado cuando se quedan mirando al infinito en la parada, o por la ventanilla ya dentro del autobús? ¿Son felices?

22 de septiembre de 2017

De cuando el Rey Felipe me miró y me sonrió

Mi deriva republicana de los últimos años, especialmente desde que Letizia dejó de ser mi reina favorita, se ha visto hoy seriamente tocada (y casi hundida) de manera abrupta y totalmente sorpresiva para mí por un encuentro fortuito con el Rey Felipe que aún me tiene desconcertada en mi ser más íntimo. Mediodía, Plaza de Oriente (Madrid). Yo, de paseo en la hora de la comida. Mucha policía y mucha niña-señora mona y mucho cochazo oficial con guardaespaldas. "Ah, los Reyes, que están en el Teatro Real". No puedo evitar esa sensación de curiosidad e incluso emoción que se me despierta ante un evento de cualquier naturaleza que involucre a cuerpos de seguridad del Estado desplegados y masas de gentes congregadas ante dicho evento, a modo de fraternidad, ya sea que están los Reyes, que La Vuelta pasa por mi pueblo, que son los fuegos artificiales o que hay huelga de Metro y está todo el mundo negro.

Ante el Teatro Real no había masas, sólo unos cuantos turistas frente a la puerta por la que, y ya es inminente, saldrán los Reyes. "Ah, hay un hueco. Pues me pongo". Hala, justo enfrente; llegar y besar el santo. A mi izquierda, un matrimonio de Tampa, Florida, "anda -les digo por eso de la fraternidad que comentaba antes-, un hermano mío estuvo hace años un verano". Y la señora que tienen a su lado -que cuando asome el Rey por la puerta sólo sabrá decir "¡qué guapo, qué guapo!" en modo-adolescente-loca con Justin Bieber- le dice al de Tampa que qué tal con Trump, bueno, "¿Y qué tal con 'tran'?", así, de sopetón, con deje curiosón y tendencioso esperando una respuesta muy distinta a la que le da el de Tampa, que dice que "claro, hay que estar allí, yo como latino no me siento amenazado". Pero qué vas a decir cuando pega taaan poco hablar de la situación política de Estados Unidos.

Y sale el Rey y se me acerca, bueno, a meterse en el coche, pero por mi lado, y me saluda -sí, a mí, mirándome a los ojos y con una sonrisa de morirte, "pero qué simpático es este tío y qué buena planta"- y yo me sorprendo a mí misma saludándole como lo hace mi sobrina de 3 años cuando dice adiós a la gente, ese gesto de la mano que en los niños es tan mono pero que en un adulto queda hasta raro. Muy ridícula me siento pero como el Rey no para de mirarme, pues yo no paro de saludarle.

Y el señor de mi derecha grita "¡Viva el Rey!" y "¡Viva España!", y entonces a mí me parece que estoy en la peli "¿Dónde vas Alfonso XII?" con ese Vicente Parra tan lucido y lustroso y esa Paquita Rico que ya me hubiera a mí gustado de reina de verdad. Y nada, yo que sigo saludando al Rey, y él que se mete en el coche, me mira por la ventanilla y otra vez me saluda, y yo otra vez con el movimiento absurdo de la mano. ¿Pero qué hago? Si le tenía que haber preguntando que qué está haciendo él como Jefe del Estado español ahora que hay tanto lío con los catalanes... Pero no, sólo puedo saludar y sonreír. Vaya ridiculez.

Sí, Majestad, era yo. La del bolso en bandolera, los vaqueros, las zapas rojas All Star y la camisa azul de lunares blancos y mangas con volantitos (y olé) que, por cierto -y con mucho acierto- me regalaron por mi cumpleaños amigos periodistas, alguno de los cuales trabaja en Vocento, cuya celebración de su 15 aniversario hoy presidía. Si es que nos une más de lo que nos separa. En general, como con todos.

Ah, Letizia también estaba (en la foto, detrás del guardaespaldas; no se la ve).

5 de abril de 2017

Pueblos marcados por los crímenes


Es inquietante que haya pueblos en España en los que, a lo largo de la historia reciente, se hayan producido varios episodios criminales. No sé si podrá haber una explicación científica al hecho de que a vecinos de una misma localidad les dé por cometer algunos de los crímenes más sonados de la crónica negra de nuestro país. Pero el hecho es que ha sucedido. El último caso, el de Campo de Criptana. Pero no ha sido el único, porque en cuanto oigo lo que recientemente ha pasado en esta localidad de Ciudad Real me acuerdo de Santomera, en Murcia, y no puedo dejar de pensar en que vaya casualidad.

Paraje en el que se encontró el cadáver de Inmaculada Arteaga.
Lo de Campo de Criptana es sonadísimo porque en este pequeño municipio de apenas 15.000 habitantes y en el que según ‘la wikipedia’ se conservan una buena muestra de molinos de viento como los que Don Quijote confundió con gigantes, se llevó a cabo la primera gran recogida masiva de ADN en España para tratar de resolver el asesinato de Inmaculada Arteaga. Fue la noche del 17 de marzo de 2001 cuando a esta niña de 14 años le aplastaron el cráneo en un descampado de la localidad. La investigación de la Guardia Civil no daba frutos y la gente comenzaba a ponerse nerviosa. Habían pasado años y nadie daba con el asesino de Inmaculada. Hasta que se decidió someter a la prueba del ADN a todos los jóvenes (y algunos no tanto) de la localidad y alrededores. Hasta un total de 350 se prestaron a que los agentes les pasara un bastoncillo blanco por las encías para extraer una muestra de su identidad genética, usando una técnica que tan exitosos resultados policiales ha dado. Y así fue como cayó Santiago Q.R., 5 años después del crimen, un “chico normal de una familia trabajadora”, frase hecha que no dice absolutamente nada, que aquella noche, ante la negativa de Inmaculada a mantener relaciones con él, enloqueció. Reconoció los hechos y fue condenado a 14 años de prisión.

La semana pasada, la localidad manchega volvía a ser el escenario de un brutal crimen: Ana María, de 42 años, y sus hijos Daniel y Paula, de 8 y 5 años respectivamente, fueron asfixiados hasta la muerte por el marido y padre de las criaturas, Manuel, que después se suicidó lanzándose por la ventana. No se sabe qué permitió que la tragedia no fuera a más, ya que antes de saltar, Manuel abrió al espita del gas de la cocina para que todo el vencindario volara por los aires.

Campo de Criptana. Y luego está Santomera, en Murcia. Aquí, una noche de primavera de 2008, Ángel salió del bar que regentaba con la cabeza de su madre debajo del brazo y se paseó por todo el pueblo mientras la acariciaba y le decía “Ahora estás callada… Cuánto te quiero”. Es el descuartizador de Santomera, al que su propia madre temía, tanto que fue  a un programa de televisión a pedir ayuda para su chico esquizofrénico y a decir que si no, cualquier día la mataba. Y vaya si se cumplió.
 
La parricida de Santomera, junto a su marido en el entierro de sus hijos.
Unos años antes, en 2002, una mujer rota de dolor enterraba a sus dos hijos pequeños, de 6 y 4 años, que habían sido estrangulados con un cable de cargador de móvil en su casa de esta misma localidad murciana. Pero la Guardia Civil está casi convencida de que tras la venda con la que se tapa una de sus manos están las heridas de defensa de sus propios hijos, y tras el sepelio, es detenida. Paquita, que así es como se llama la parricida, actuó en lo que en el argot criminalístico se conoce como síndrome de Medea, esto es, matar a los propios hijos para hacer daño al marido-padre en un ataque de celos. Eso sí, plenamente consciente de sus actos y sabiendo distinguir entre el bien y el mal. Porque no todo el que mata está loco. El malo existe. Paquita fue condenada a 40 años de cárcel, y el año pasado disfrutó de su primer permiso carcelario.


10 de octubre de 2016

Los crímenes de Nembra



Era de noche, un 21 de octubre. Un hombre de 72 años es introducido a empujones en el interior de la pequeña iglesia del pueblo. Dentro, vislumbra a dos personas, varones, que ya conoce. A punta de pistola están cavando, en una de las capillas laterales, una tumba. La suya. Dentro de la iglesia están también los que serán sus asesinos, un grupo de 18 personas, 4 de ellas mujeres. Bajo el altar ya hay otra tumba excavada. La destinada para él. 

Los van a matar. A los tres. Se prepararan. Primero, la tortura. Como se hace en las matanzas de los cerdos, los van cogiendo, de uno en uno, y utilizando un cuchillo de matarife, los degüellan para que se desangren. Después, los trocean.  Dejan para el final al señor mayor. Él lo ha querido así, para dar aliento a sus amigos. A él también lo desangran. Algunas mujeres van con baldes a coger su sangre, aún fresca y antes de que se coagule, “para hacer morcillas”. Después, lo apuñalan y lo rematan con un tiro en la nuca. Sobre su cuerpo muerto, bailan los asesinos, para acabar enterrándolo boca abajo en la tumba.

Poco más de un mes antes, el 11 de septiembre, otro grupo había cogido a un joven de 24 años, le habían cortado la lengua en vivo, le habían apaleado y lo habían arrojado, ya moribundo, a un barranco. Su cuerpo nunca se encontró.

 Me río del Carnicero de Milwaukee, del descuartizador de Pioz,  de Ted Bundy…  Algunos de los que cometieron estas torturas y crímenes se arrepintieron después. Las víctimas ya los habían perdonado antes de morir.  Los hechos, dignos de las mejores crónicas de sucesos de la historia de España, ocurrieron en Nembra, una pequeña localidad asturiana. En el año 1936. El hombre de 72 años era el párroco del pueblo, Jenaro. A la mayoría de sus verdugos los había bautizado él. Los otros dos eran Isidro y Segundo, dos feligreses, cristianos. El joven era Antonio, un estudiante de magisterio. Torturados y asesinados por no renegar de su fe. Mártires. Santos. 

Cuando a la madre de Antonio (al que le cortaron la lengua por negarse a blasfemar) le dijeron que habían detenido a los asesinos de su hijo, le preguntaron qué quería que hicieran con ellos. “Quiero verme con ellos y con mi Antonio en el cielo”. 

26 de septiembre de 2016

De cómo el entrenador de Elsa Pataky me hizo recapacitar



Ser periodista es lo que tiene. Que [casi] siempre conoces a gente interesante y [casi] siempre sorprendente. Y por eso ­-ahora sí: siempre- merece la pena hacer entrevistas, salir corriendo a cubrir una información o acudir a un evento. Eso me ha pasado hoy con Fernando Sartorius en Glamour Sport Summit by Adidas en el Conde Duque de Madrid. Reconozco que me he acercado a su disertación sobre "¿Qué quiere decir estar en forma?" con cierta prevención: “El entrenador personal de Elsa Pataky… ¡Como me diga que puedo llegar a estar como ella, fin de la charla!". Juicios, qué malos son... Porque Sartorius, además de ser buen orador, ameno, divertido y sin media frivolidad, me ha dado una lección, y a mí me chifla la gente que me hace parar y pensar.

Y ahora que voy a escribirlo creo que es bastante obvio lo que ha dicho, pero el contexto, a priori, encajaba tan poco con su mensaje que a mí, lo reconozco, me ha dejado muerta: “Llegar al punto mágico de la salud, como todo lo que vale la pena en la vida, requiere un esfuerzo”. Y ha continuado, hablando del entrenamiento deportivo: “No estar en forma es como un edificio en ruinas. Antes de ver cambios en el exterior, los tienes que experimentar en el interior”. Y ahora, para mí, viene lo mejor: “El proceso [del cambio] es invisible, así que lo que nos pide la vida es que tengamos FE en el proceso. Los procesos de todo lo que vale la pena en la vida son invisibles. Si PERSEVERAS y luchas, estarás a la altura de tu destino”.

Fe y perseverancia. Toda mi vida gira en torno a esto. Y me encanta que un especialista en fitness y nutrición afincado en Estados Unidos, que ha entrenado no sólo a Elsa, también a Nicole Kidman o a Tom Cruise, descienda y tome tierra y me haga recapacitar, así, sin más, a través de una planta que se riega, sobre que las cosas más bonitas que uno puede tener no se consiguen en dos días, y que por eso no hay que rendirse. “Porque uno planta las semillas de la buena actitud, de la alegría, y esa tierra hay que regarla todos los días [hay que perseverar en el entrenamiento] y llegará un día que brotará la planta, con sus hojas y sus flores, y dará buen olor. Si tú eres planta, darás buen olor a los demás; si eres madre, serás mejor madre; en tu trabajo, serás mejor trabajador…”.

Cuerpo y alma. Todo uno. Fe y perseverancia. Esto me llevo de Glamour Sport Summit by Adidas. ¡Qué cosas!



7 de octubre de 2015

Sí a la muerte digna

Cuando mi abuela murió llevaba años enganchada a una máquina. La que le suministraba el alimento y le mantenía la hidratación. Ya no se levantaba de la cama, no hablaba y no se podía mover. Enfermedad neurodegenerativa. Casi un vegetal. Pero le decías: "Yaya, ¿estás contenta? ¡Pues a ver esa sonrisa!", y salía de su extraño letargo, te miraba y se esforzaba por sonreírte. Se la podía haber desconectado perfectamente de esa máquina que le daba de comer y muchos hubieran pensado que "claro, total, para estar así, mejor morirse, que se vaya dignamente, hombre, que ya ha sufrido bastante, en fin, tiene ya noventa y tantos años, la guerra, el hambre, y ahora así, que no puede ni hablar... Tiene derecho a descansar, hombre, ya está bien". Y es verdad. Había vivido mucho, había sufrido mucho.

Pero si se la hubiera dejado "morir dignamente", mi abuela hubiera muerto, con premeditación y a propósito, de hambre y de sed, vamos, de inanición. Lo cual, por otro lado, es muy indigno. La dignidad se tiene sólo por el hecho de ser persona, no por sus circunstancias vitales. No es menos digno un pobre que un rico, como tampoco lo es un enfermo que un sano. La persona es valiosa en sí misma. Pero además, ella y nosotros habríamos perdido tanto... No se habrían curado heridas, cerrado etapas, abierto nuevas puertas a los amores y cariños de madre, de hijo, de nietos... No habría muerto en paz. Mi abuela, sin poder moverse ni hablar y enganchada a una máquina que le daba de comer, hizo mucho más de lo que nadie se puede imaginar. Sólo los que estuvimos cerca lo sabemos. Y se sintió muy querida, cuidada y atendida.

El sufrimiento es difícil de entender porque nos violenta en lo más profundo de nuestro ser. Pero es inevitable. Existe. Y engrandece vidas. Es injusto privarle a alguien de la vida, y privarse de esa vida maravillosa que tanto puede dar a los seres queridos, aún desde una cama y con dolor, hasta su muerte no provocada. Lo digo porque lo he visto. Eso sí que es una muerte digna.

23 de julio de 2015

La matanza de Utoya desde una redacción

Aquel 22 de julio de 2011, unos pocos peleábamos por ir puliendo Teinteresa.es, el nuevo medio digital que Alex Sopeña lanzaría dos meses después. Hacíamos el equivalente a los 'números cero' de la prensa escrita. Era viernes, a la hora de la comida. De repente, las agencias empiezan a escupir sangre: ha estallado una bomba en una zona de edificios gubernamentales del centro de Oslo. En Noruega, el país en el que los agentes de Policía no iban armados porque no había amenaza ninguna, se desata el caos. Nos pegamos a las agencias y a las teles, que empiezan a dar ya en directo imágenes del lugar del estallido. Los primeros heridos, los primeros testimonios... Estás a 200 por hora, el cuerpo se tensa y todos los sentidos se concentran en la noticia, como sólo a un periodista le pasa cuando algo gordo hay entre manos. Nos ponemos a escribir como locos, a ir rascando informaciones de un sitio y otro: ocho muertos, la mayoría funcionarios, además de 30 heridos.

Cuando la situación, creemos, está informativamente controlada y ahora, después de que hayas generado toda la adrenalina de la que tu organismo es capaz, comienzas a profundizar en los primeros titulares que has ido dando, algo pasa no muy lejos de Oslo, en una pequeñísima isla, Utoya, en la que hay acampados, como suelen hacer todos los años, decenas de chavales de las juventudes del Partido Laborista Noruego (AUF), que por cierto es quien está en el Gobierno. Otra vez la tensión, los nervios a flor de piel, la vista fija de nuevo en las teles, en el chorro de teletipos de las agencias... Aunque Teinteresa aún no está visible, trabajas como si sí, y tienes que ser el primero en contar lo que pasa y en dar algún 'Urgente'.

Y lo que pasa es espeluznante. Una cacería humana en la isla, una matanza cometida por el mismo individuo que ha hecho estallar, apenas dos horas antes, la bomba en Oslo. Anders Behring Breivik. Armado hasta los dientes. Vestido de policía. Que ha cogido una barca y ha cruzado a la isla, y que según ha puesto el pie en ella, ha comenzado a disparar, a la cabeza preferiblemente, a todo el que se interpusiera en su camino. Y a los que no, porque también los ha ido a buscar, escondidos tras los matojos del agua, ocultos tras unas rocas, dentro de los edificios comunes, en los que algunos han podido atrincherarse. 69 muertos y 66 heridos en 73 minutos. Lo estás escribiendo y no te lo crees. Las imágenes espantan. Llamas a un especialista en perfiles criminológicos, ese que sabes que siempre te va a echar una mano, y en cuestión de minutos, y te hace uno de Breivik. Sigues sin creer que pueda haber gente así, a pesar de que los años haciendo sucesos te deberían haber curtido. ¡Pero este, tan salvaje!

Cuando estás escribiendo, siempre ves la historia, y sobre todo esta, desde la distancia. Hay que hacerlo así; si no, es demasiado perturbador. Pero después... Esa noche te vas a casa pensando en qué horrible tiene que ser intentar huir a nado de una isla y que el odio y la maldad hecha persona esté en la orilla, oteando, a la caza de su próxima víctima, disparando a tus compañeros de fuga, matándolos en el agua.

El juicio, meses después, nos descubre a un Breivik indescriptible. Él fue a Utoya con el objetivo de matarlos a todos. Se le mezclan demasiadas ideas políticas retorcidas con una existencia miserable y un narcisismo que le llevó a llorar el primer día del juicio contra él, pero no por las muertes, sino por el vídeo que subió a Youtube horas antes de la matanza, un compendio de sus ideas extremistas y terroristas. Un juicio para el que cuento con la complicidad de un compañero del Aftenposten, el segundo periódico más importante de Noruega, que desde Oslo me ayuda a adentrarme en el mundo judicial noruego y en el desarrollo de la vista oral.

Hoy hace cuatro años de cuando todo empezó. Y me acuerdo de las víctimas y de sus familias, y de estas nuevas Juventudes del Partido que este 2015, por primera vez después de la matanza, volverán a Utoya y retomarán su campamento de verano. También me acuerdo de esos comienzos de Teinteresa.es, de esa ilusión y ganas durante el tiempo que estuve allí, y de tantos y tantos buenos momentos vividos. ¡Gracias!

28 de junio de 2015

Lara

El otro día conocí a Lara. Pestañas enormes, muy morena de piel. Sonríe constantemente. Es feliz. Y lo observa todo con unos ojazos negros que te dan hasta hipo. Pero en realidad a quien me hubiera gustado conocer es a su madre. Y me pregunto qué le llevó a esta ¿niña, joven, mujer adulta? a llevar nueve meses a Lara en su tripa, a parirla y a darla en adopción. Hoy, cuando todo es tan fácil que lo fácil parece difícil, la madre de Lara decidió que le iba a dar una oportunidad a su niña.

Y llegó el primer hola y el último adiós en el paritorio, así, todo de seguido, sin tiempo a más. Firma de papeles, burocracia fría, renuncio a mi hija y se acabó lo que se daba. Y me dibujo una horrible historia de dolor y sufrimiento en esa madre que es generosa hasta el extremo para haber dejado que su hija haya crecido dentro de ella para que, ya fuera, tenga la vida que ha soñado para ella, y que, por alguna razón, no pasa por estar a su lado.

Y ahora Lara, que no llega al año de vida, va a volar hacia su casa definitiva, hacia unos padres adoptivos que, quiero creer, algún día le contarán que tuvo una madre que nunca pensó que ella fuese sólo un conglomerado de células, un ser vivo pero no humano. Quiero creer que estos padres le contarán a Lara que, como su madre era la que paría, su madre decidió: y quiso que naciera, porque supo que la vida de Lara era distinta a la suya, y merecía ser vivida.

1 de febrero de 2015

¿Sólo los de izquierdas son trabajadores?

Soy trabajadora... y no soy de izquierdas. Digo esto porque estoy hasta el moño de que los izquierdistas se adueñen de la palabra 'trabajador' como si en este país sólo trabajaran ellos. O como si sólo trabajaran los pobres. Pienso que hay ricos que también trabajan, y probablemente mucho. Porque no me imagino a los amancios ortega de turno sin dar un palo al agua. No me creo que sacar adelante un negocio sea cuestión de trabajar lo mínimo o de escurrir el bulto. Y menos, si de ti dependen personas.

Y que uno no sea de izquierdas no quiere decir que no se pueda llamar trabajador. Llevo currando desde los 20, durante muchos años como una negra (o china, que ahora ya...), y por cierto, sin haber llegado nunca, ni en sueños, a las nóminas de pabloiglesias-iñigoerrejon-juancarlosmonedero, que qué gracia me hace ahora lo de la casta, visto lo visto.


11 de enero de 2015

Charlie Hebdo y la libertad de expresión

La matanza en la revista Charlie Hebdo, después de un primer momento de impacto y horror, y solidaridad con los compañeros de profesión, me ha llevado a pasar unos días sumida en reflexiones sobre una de las señas de identidad del periodista: la libertad de expresión y el derecho a la información.

Cuando yo estudiaba, nos decían que el derecho a la intimidad estaba de las puertas del dormitorio hacia adentro. He experimentado que, cuando es el mismo protagonista el que abre él mismo las puertas de su alcoba para que todos entren, ahí ya no hay derecho que valga. Del derecho a la libertad de expresión y a la libertad de información (ojo, recalcando la palabra 'veraz'), nada se cuestionaba. Quedaban las explicaciones reducidas (o por lo menos yo no recuerdo más) a lo que recoge el artículo 20 de la Constitución Española:

Artículo 20
    1. Se reconocen y protegen los derechos:
        a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.
        [...] 
        d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.
    2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.
    3. [...]
    4. Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.
    5. Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial.
La realidad es que esto en papel queda bonito pero luego hay que ponerse en situaciones concretas y ver cómo se hace: si yo he sabido datos de una investigación policial pero ha convenido no informar de ello para no perjudicarla, me he callado (¿esto sería autocensura?); si omites nombres completos de víctimas para no añadir más dolor a la familia, ¿sería autocensura?, ¿estaría atentando contra el derecho a la información? Apuesto por que se emitan las imágenes del policía rematado en el suelo por los terroristas franceses; son pura información, pero también son durísimas, y entiendo a su hermano y la petición que ha hecho para que no se emitan más. Si fuera mi padre, también lo pediría. Pero es información pura, y pienso que hay que darlo.

Vaya lo primero de este párrafo que por supuesto nada en este mundo justifica una muerte (ojo, ni siquiera la de los malos), creo que no hay ni que explicarlo. Charlie Hebdo publica dibujos ofensivos, es evidente. Y no sólo por las imágenes de Mahoma, que a mí no me ofenden nada; también la religión cristiana ha sido objeto de sus mofas, y esto ya me gusta menos. ¿Deberían ellos mismos ponerse límites? ¿Debemos los periodistas tener límites? El respeto podría ser uno de ellos: respeto a las personas, sí, evidente. ¿Y a sus ideas? ¿Y a su religión?

¿Por qué yo no puedo decir abiertamente lo que pienso? Si pienso que mi jefe es un imbécil, ¿se lo digo a la cara? Lo normal es que no. ¿Por qué? Por respeto. Por educación. Porque me puede despedir. Si publico con detalle en qué se ha gastado cada directivo con tarjeta black de Bankia ese dinero, ¿estoy atentado contra su derecho al honor y a la intimidad? Seguramente, pero sin embargo la información es veraz y además de interés público.

Reconozco que este tema cada vez me genera más dudas. Me encanta que la gente pueda decir lo que le dé la gana, aunque pienso que no todo vale. No, no todo vale. Por eso, sigo reflexionando sobre la libertad de expresión y el derecho a la información.


14 de enero de 2014

Mis nombres propios

François Hollande. Un tío que, aparte de hacer el ridículo por cómo ha escondido su 'affaire', con su vespino y su casco incluido de paseo lujurioso por París, no respeta en absoluto a sus mujeres, aunque sí a la prensa: casi tres horas de exposición pública representada en decenas de periodistas preguntándole de todo, sin esquivar nada. ¡Qué diferente a lo que ocurre últimamente en España, con presidentes que dan ruedas de prensa sin admitir preguntas! ¿Cómo podemos los periodistas tolerar eso? Es atentar contra el más elemental ejercicio de nuestra profesión.

Valérie Trierweiler. Se recupera en un hospital del soponcio que se llevó al enterarse de que su chico-pareja-compañero sentimental-amante le ponía los cuernos con una actriz. Eso debe ser dolorosísimo, sin duda, pero ¡hombre!, la trayectoria de Hollande ya insinuaba que podía hacerte algo así, Valérie: se lió contigo cuando aún estaba con Segolene. Y por cierto, que Hollande no se ha casado con ninguna de sus mujeres, por lo que decir que ha incurrido en 'relaciones extramaritales' no es nada correcto. Es que aquí como nos inventamos el lenguaje y llamamos de una manera a cosas que no son para nada eso...

Julie Gayet. ¡¡Pero qué le viste a François!!

Letizia. Me ha tenido toda la Navidad intrigada tu postura en el Christmas de felicitación navideña. Y digo navideño por decir algo, porque realmente es más la típica foto de excursión del domingo al Prado que de Navidad, ni una sola bolita, estrella o brillantina, ni por supuesto el belén. La composición de la foto se me antoja imposible: Felipe en cuclillas con Sofía sentada en una de sus piernas (¡qué facilidad para mantener el equilibrio!), y tú, Letizia, ¡¿arrodillada?! Una horterada de felicitación.

Madeleine McCann. Ahora resulta que, seis años después, Scotland Yard se saca una nueva teoría de la manga: una banda de ladrones que trató de robar en el apartamento de Praia da Luz se asustó durante el robo y salió huyendo con la niña. Primero, que no había signos de que la puerta de entrada hubiera sido forzada (alguien puede rebatir esto y decir que es que entraron por la ventana del cuarto de la niña, como se aseguró en algún momento para despistar. No es cierto: las huellas que se tomaron indicaron que esa ventana se abrió desde dentro del apartamento). Segundo, ¿por qué un tío que se asusta mientras roba en una casa sale huyendo con la niña que duerme dentro? ¿No será más fácil huir sin una niña a cuestas? ¿Alguien se cree que esto pueda tener algún sentido?

Cake Minuesa. Un periodista que es capaz de enfrentarse a 60 asesinos que suman entre todos más de 300 muertos, a cara descubierta, intentado defender la verdad, y hacerlo sin exaltarse ni gritar, es una persona de una calidad humana extraordinaria. Me quedo con una de sus preguntas: "¿Qué habéis conseguido matando?". ¡Es verdad! ¿Qué se consigue con el mal?

Papa Francisco. Me gusta cada vez más. Me quedo con 'Evangelii Gaudium', tan pegada a la realidad cotidiana del hombre, tan animante para los cristianos. Un refresco a nuestra fe, mirando siempre al cielo, pero con los pies, por supuesto, en el suelo.

Cristiano Ronaldo. Me enternece, y más cuando llora al recoger el Balón de Oro. Me hace ver el valor que para él tiene su familia (fue al hacer referencia a ella cuando se rompió, como un niño pequeño). Este chico que anda en el campo como si tuviera los pies planos, que pisa raro, le da al balón de lujo, y le pone a cada partido la garra y el coraje que falta en casi todo el resto del equipo. Me gustas, Cristiano.

21 de noviembre de 2013

Letizia ya no es Letizia

Siempre quise escribir sobre esto: el cambio radical de Letizia. Y ahora ya tengo la excusa perfecta porque además creo que ha perdido el norte. A su cambio asombroso de cara (cada vez se parece más a Rania de Jordania que a ella misma) se suma el vestido con transparencias en la espalda que ha lucido en una de sus cenas en el viaje que acaba de hacer a Estados Unidos, más propio de una que va a recoger el Oscar (y ya casi ni eso, que al otro lado del charco hasta a las actrices les piden recato en las galas) que de una futura reina de España, por mucho Felipe Varela que sea.

Lo del cambio de cara cada vez lo entiendo menos. ¡Pero si era mona! Se pintaba bien los ojos, era expresiva, se peinaba bien... Ahora, al margen de lo flaca que está (tanto que hasta hace feo cuando va con vestidos tan aireados), junto con las arrugas le han desaparecido los labios, le ha aparecido mandíbula al quedarse con menos barbilla, tiene unos pómulos que parece una marioneta y no se le mueve ni un sólo músculo de la cara cuando sonríe de lo estirada que la tiene.

Una vez leí un estudio que habían hecho en Estados Unidos en el que constaban que había muchos niños con problemas emocionales debido a que sus madres, de tan operadas como estaban, no podían mostrar nada con sus rostros: ni alegría ni tristeza ni enfado ni miedo ni felicidad ni paz... Nada. A lo mejor es que Letizia ha decidido que para no poner caras (porque a ella eso de trabajar como princesa le agota y no le gusta nada salirse de su horario), mejor se la deja inerte y así no tiene que preocuparse.

Creo que Letizia aún no sabe cuál es su sitio: no es una estrella que tenga que lucirse, es una señora que se ha casado con un príncipe que un día, en principio, será Rey y la función que a ella le corresponde es la de trabajar por su país y representarlo fuera. A ver, aparente tiene que ser, pero ¡ya lo era! ¿Para qué cambiarse a otra?

Por cierto, maravillosa esta galería de fotos de El Mundo con el antes y el después de Letizia. Adjunto una muestra muy ilustrativa.


30 de julio de 2013

El valor de unas manos en Santiago de Compostela


Es algo que siempre me ha llamado mucho la atención: la necesidad que tenemos de dar la mano al de al lado cuando sufrimos o sufre. Recuerdo el tiempo que pasaba dando la mano a mi abuelo moribundo, cuando yo tenía 12 años. ¡Se transmite tanto cariño y le llega a uno tanto! Y cuando una tragedia como la de Santiago de Compostela nos golpea el corazón de tal forma que nos cuesta hasta respirar, vuelvo a fijarme en las manos...

Las de los heridos tendidos en el suelo, siempre con alguien al lado que le da la mano... Presumo que en muchas ocasiones son personas totalmente desconocidas, esos vecinos o transeúntes que han acudido al primer golpe de terror para ayudar en lo que puedan. Imagino el consuelo tan grande que debe ser el tener a alguien que te coge la mano en medio de la angustia, el miedo y el dolor.

Y las manos, y los brazos, que le sacan a uno del infierno cuando se encuentra atrapado entre el amasijo de hierros, sepultado bajo sillones, maletas, cuerpos de personas ya fallecidas... ¡Qué manos tan generosas! Y luego las manos de los que no pueden más, de ese bombero que las entrelaza, exhausto, sentado en las vías del tren, sobre su regazo, en un acto de recogimiento.

Y también pienso en las manos del maquinista, también entrelazadas, esposadas, bajo el mentón, en actitud de ¿pedir perdón?, ¿rezar?... Esas manos que deberían haber mantenido el control del tren, pero a las que un "despiste" o lo que fuera que fue dejaron 'fuera de juego'. Yo me despisté una vez en un atasco mirando el móvil y le di un golpe al de delante. Nos puede pasar a cualquiera.

Pero cargar con 79 muertos es demasiado. No querría estar en el pellejo del conductor, que ya desde el minuto uno supo que había hecho algo muy grave. Lo reconoció, lo que agrava su pesar hasta límites inimaginables. Y trató de evitar la tragedia, pero ya era tarde.

Manos esposadas, manos heridas, manos que ayudan, acarician, calman... Una pena infinita que haya habido, también, tantas manos muertas. ¡Si pudieran recibir el cariño de todas las nuestras...!

29 de julio de 2013

El Papa que habla claro


El Papa atiende a un periodista en el avión de vuelta a Roma tras la JMJ
Ahora parece que el Papa, y con ello la Iglesia, se está abriendo al mundo... Vaya, qué curioso. Porque la realidad es que la Iglesia viene diciendo lo mismo desde que el mundo es mundo, y su doctrina se ha mantenido siempre inalterable a pesar de los vaivenes que ha sufrido a lo largo de la historia (puesto que la forman hombres, y los hombres erramos SIEMPRE).

El problema está en quien quiere escuchar lo que quiere escuchar. Leo en El Mundo que lo que ha dicho el Papa Francisco en el avión de vuelta a Roma tras la JMJ (enlazo a El País, que ha transcrito la entrevista entera en ejercicio periodístico muy de agradecer) es una especie de 'milagro', un cambio de rumbo: que por qué se va a juzgar a los gays por el hecho de serlo. La realidad es que esto no es nada nuevo. Simplemente, el Papa explica el Catecismo. Quizás es que los que dicen esto, o los que creen otras cosas, nunca habían leído el Catecismo.

"La Iglesia acoge sin condiciones (ojo, ¡sin condiciones!) a las personas que presentan tendencias homosexuales. No deben ser discriminadas por ello. Al mismo tiempo, la Iglesia afirma que todas las formas de encuentros sexuales entre personas del mismo sexo no corresponden al orden de la creación". O sea, lo que no está bien no es que uno sea gay, sino que se practiquen relaciones homosexuales. Vamos, exactamente igual que lo que ocurre con las relaciones prematrimoniales. Cada uno, a guardar la castidad según su estado.

Y en otro punto dice el Catecismo: "La Iglesia cree que el hombre y la mujer, en el orden de la creación, están hechos con necesidad de complementarse y para la relación recíproca, para que puedan dar la vida a sus hijos. Por eso la Iglesia no puede aprobar las prácticas homosexuales. Pero los cristianos deben respeto y amor a todos los hombres, con independencia de su orientación sexual, porque todos los hombres son respetados y amados por Dios".

El Papa Francisco tiene algo genial: que habla muy claro. Y es muy de agradecer, porque se le entiende. Lo que no quiere decir que diga nada nuevo cuando asegura que no hay por qué juzgar a un gay, "si busca al Señor y tiene buena voluntad". Exactamente igual que a cualquier otra persona.

12 de julio de 2013

José Bretón, ¿culpable?

Ha sido el juicio del siglo, con permiso del de Marta del Castillo. José Bretón, ese hombre con ojos y mirada indefinible, ha sido declarado culpable del asesinato de sus dos hijos Ruth y José, de 6 y 2 años. Asesinato, que no homicidio. Porque se ha determinado que hubo alevosía y que Bretón lo hizo para vengarse de su mujer, para hacer daño.

Es un clásico de estos crímenes: padres que matan a sus hijos para hacer daño al cónyuge. Es la maldad en estado puro. No son enfermos, no tienen sus facultades volitivas y cognitivas mermadas. Son malvados a los que el odio al otro les ciega y acaban por instrumentalizar a los niños y usarlos como arma arrojadiza.

Y en España, casos los ha habido, como las meigas. Como el de la parricida de Santomera que mató a sus dos niños pequeños con el cable de un cargador de móvil llevada por los celos hacia su marido. Pero lo de Bretón va a más. Porque además hizo desaparecer a sus niños quemándolos en una hoguera como si de una pira funeraria se tratara. Para que no quedara ningún rastro. Para que Ruth, su madre, viviera en el más horroroso de los infiernos toda su vida..

Todo esto es lo que ha dicho el jurado que ha pasado. Repito: lo que ha dicho el jurado que ha pasado. Quede claro que no seré yo quien defienda a Bretón. Todos los indicios, absolutamente todos sin excepción, apuntan a él. Le señalan sin equívocos: su forma de ser, sus ansias de venganza hacia su mujer, las cámaras de esa tarde que no registraron la llegada de los niños al parque donde supuestamente desaparecieron, la hoguera... Todos.

Pero lo cierto es que no hay ni una sola prueba concluyente de su autoría. Repito: ni una sola prueba concluyente. Y los huesos de la hoguera, que al principio eran de ratones y un año después pasaron a ser de humanos, en concreto de niños, en un giro casi surrealista de la investigación, tampoco han arrojado datos fiables. Porque de tan quemados que estaban ha sido imposible extraer el ADN, lo único que habría podido constatar que esos huesos son de los pequeños Ruth y José.

Y a falta de cadáveres, bastaría una confesión del sospechoso, como sí la hubo en el juicio de Marta del Castillo. Pero en el caso de los niños de Córdoba, tampoco la hay. Bretón siempre se ha mantenido en su versión inicial de los hechos: que los perdió en un parque de Córdoba.

No hay confesión autoinculpatoria, no hay cadáveres de niños, no se ha determinado la forma de la supuesta muerte (y entonces, ¿la alevosía que ha determinado que es asesinato y no homicidio de dónde proviene?)... Pero el jurado ha tenido claro que los mató y los quemó en la hoguera. Y por unanimidad: culpable.

Todos los indicios apuntan a José Bretón y a una muerte de los niños. De eso no hay duda. Pero, ¿y las pruebas? Los jueces son conscientes de que tienen que impartir justicia siempre en base a unas pruebas, y no unos indicios, al margen de las sensaciones que ellos tengan. Pero, ¿y el jurado popular? ¿Tendremos que volver a poner en duda la labor del jurado? ¿Acabaremos viviendo un nuevo caso Rocío Wanninkhof-Dolores Vázquez-Tony King?

30 de mayo de 2011

Para mí, Skahira-culé se ha acabado

Me parece indignante que Shakira haya permitido que los jugadores del Barça celebraran su triunfo de Champions en su concierto. ¡Qué poco respeto por sus fans! Yo, porque no me había comprado la entrada; si no, la monto. Hombre, ya lo que faltaba: resulta que te gastas un dineral para ir a ver a Shakira a Barcelona y te 'regala' a los jugadores celebrando su triunfo... Vamos, el colmo.
Shakira con los jugadores del Barcelona.
La gente iba a un concierto, no a celebrar nada, para eso ya tenían el Camp Nou. ¿Y si había allí seguidores del Madrid, que seguro que sí? ¿Cómo no se ha quejado nadie?

¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿¿¿Pero qué hace Shakira gritando 'Visca el Barça'?????!!!!!!

VERGONZOSO.

25 de mayo de 2011

Gallardón ¿'chispi'?

No sé qué le pasa a Gallardón cada vez que gana unas elecciones que sale contentísimo al balcón de Génova.


Yo digo que la euforia es normal, pero lo de Gallardón no: arrastra las palabras, sus movimientos son muy lentos y da pequeños botecitos, casi imperceptibles, junto a Rajoy, que le mira asombrado y compasivo como un padre a su hijo adolescente con tics nerviosos. Incluso, en ocasiones, percibo yo un poco de vergüenza... Pero qué se le va a hacer. Le ha tocado ese hijo que la mayoría de los madrileños quieren. De vez en cuando, Alberto da una palmada a Mariano en la espalda, "¡Qué bien lo hemos hecho, macho!", parece que quiere decirle, y le mira anonadado, con la sonrisa bobalicona propia de un hombre 'semi-chispi'. Otras veces, sin previo aviso, llevado por un impulso casi infantil, le coge el brazo, sin pedir permiso, y lo lleva a lo alto: claro símbolo de vencedores, como cuando finaliza un combate de boxeo. Mariano se siente apabullado, pero calla, otra vez compasivo, ante ese hijo 'chispi' que está tan contento.

Esperanza, imperturbable, también está en el balcón. No mira a Alberto. ¿Para qué? Ellos no se llevan bien. Mariano les separa, les mantiene a cada uno en su sitio. Alberto a su derecha; Esperanza a su izquierda. Ella no arrastra palabras, pero habla muy lento, para que todos la entiendan bien. Esperanza también está muy contenta, pero sus ojos no brillan como antaño. No va a luchar por la Moncloa, lo ha dicho por activa y por pasiva. Pero, ¿quién sabe? Ella no es la hija tontona. Ella es la lista.


6 de mayo de 2011

Osama Bin Laden, asesinado

Vivienda en la que Bin Laden fue asesinado,
al norte de Pakistán
Yo, sea por una cosa u otra, siempre soy políticamente incorrecta. Hasta Zapatero, que hay que tener valor, ha dicho que lo de la 'Operación Gerónimo' ha sido porque él, no el apache Gerónimo sino Bin Laden, se lo había buscado, más o menos... Y por una vez, estoy totalemente de acuerdo con Llamazares, que quién me lo iba a decir: no reconozco a ZP en esas afirmaciones. Porque vaya tela el lío con Guantánamo y todo eso, y ahora parece que estuvo guay porque ha servido para dar con Osama.

El caso es que, y ahora ya entro en lo políticamente incorrecto, moralmente la muerte de Osama Bin Laden no está bien. Entiendo que se justifique en Estados Unidos, en el que la pena de muerte está socialemte aceptada. Entiendo que, humanamente, los familiares de las víctimas del 11-S y del 11-M, entre otros, hayan sentido alivio e incluso se hayan alegrado. Lo entiendo, es humano. Pero no es lícito moralmente, en ningún caso y bajo ninguna excusa de calamidades sobrevenidas y más que probables si se le hubiera capturado vivo.

Bin Laden era un terrorista, un asesino de los más crueles que ha podido haber, un psicópata... Bien. ¿Pero eso justifica que se le ejecute? ¿Habrá acabado Estados Unidos con Al Qaeda? Lo dudo. ¿Queremos un 'diente por diente'?

¿Cómo actúan los Seals? PINCHA AQUÍ.

6 de abril de 2011

Todavía queda un año...


A mí Zapatero siempre me ha dado miedo. Porque dice lo primero que se le pasa por la cabeza, y eso es una costumbre malísima que en España abunda mucho; porque no piensa lo primero que se le pasa por la cabeza, y eso es casi peor; y porque, en realidad, lo que hace es mucho peor de lo que dice que ha pensado.

Es un personaje siniestro (claro, ya entiendo lo de las hijas, "de tal palo tal astilla") que, no seamos tontos, aún tiene tiempo, hasta que se vaya, de destrozar todo lo que toque. Porque en este país es que seguimos siendo cortísimos de miras: "Ufff, qué bien, Zapatero se va, ya se acaba la crisis...". Punto número uno: aún queda un año para que se largue. Y punto dos: la crisis no se va a acabar porque se vaya él, porque, aunque en un abrir y cerrar de ojos llevó a este país a la ruina, levantarlo de entre los escombros costará mucho más que el abrir y cerrar de ojos.

Y me da miedo este año. Porque estará en la sombra manejando todo. ZP no ha dado jamás puntada sin hilo. Y lo ha hecho él sólo, coreado y vitoreado por los de la ceja y los de su pandilla, esto es, Rubalcaba, Aído, Leire, 'Carma' o 'Carme' (por cierto, yo la conocí hace años cuando era la secretaria de Educación del PSOE y era Carmen, pero en fin...)... Aún puede aprobar leyes que no se piden después de haber manipulado el lenguaje para sus fines maquiavélicos: muerte digna-eutanasia (¡Hombre! Yo quiero morir dignamente, pero no quiero que me maten...); píldora del día después-anticonceptivo (es abortiva, pero no, ellos se ve que saben más... Claro, que teniendo en cuenta el famoso "ser vivo" de Aído...); matrimonio-uniones homosexuales; España-discutida y discutible... Y tantas y tantas cosas.

Así que este año, preparados, porque ya lo dijo en 2008: "El cambio que invocamos va mucho más allá de una mera alternancia en el Gobierno". Sí, ha demolido los cimientos de la sociedad, tocada por la era ZP.