12 de enero de 2011

¡¡¡¡Y Leire quiere que yo pague????

Llevo cinco meses sin fumar... Y daría lo que fuera por un pitillo ahora mismo. Lo dejé de golpe, más tarde de mi propósito inicial (pensaba fumarme mi último pitillo el mismo día que me despidieron de mi trabajo, pero, claro, fue imposible, así que lo retrasé diez días). Sin parches, sin cigarrillos de mentira con nicotina, sin chicles, sin "Es fácil dejar de fumar si sabes cómo", sin "bueno, hoy me fumo dos menos, mañana, cuatro y así hasta que no fume ninguno"... Así, de golpe, "éste es el último que me fumo". Y lo hice.

Sin cursos en plan "Fumar mata, ¿quieres morir ya?", sin "lo dejo con mi novio/amiga/madre/hermano porque si no no puedo", sin médicos ni tratamientos... Y he podido. Se puede dejar de fumar sin gastarte un duro. Y si yo he podido, después de más de quince años fumando, dejarlo de esta manera, ¿por qué tendría que gastar parte de mis impuestos en pagarle a alguien el tratamiento para que abandone este hábito tan poco saludable pero tan placentero a la vez?

No sólo imponen dónde se puede fumar y dónde no sino que además piensan que es razonable (¡!) que el resto del mundo tengamos que pagar a los fumadores el que lo dejen. "Mira, no te preocupes, que yo lo conseguí con mucho esfuerzo pero tú, como te lo paga el Estado, es decir, yo, puedes pedir que un médico te ponga un tratamiento totalmente gratuito...". Es el colmo.

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